Las controversias sobre el origen de los seres vivos nos obligan a señalar semejanzas y diferencias entre la ciencia y la religión. Sus diferencias son tan evidentes que una conciliación entre ellas parece imposible. Sin embargo, hay modos diferentes de creer en Dios, y una vez que nos alejamos de la religión tradicional, empezamos a ver que ciertos tipos de misticismo son más compatibles con la ciencia. ¿Cuáles son esas visiones místicas y quiénes fueron sus promotores? Aquí

En este libro propongo que la versión oficial sobre los fraudes de Kammerer está ligeramente distorsionada por los prejuicios que los darwinistas vienen arrastrando prácticamente desde que August Weismann hizo público el experimento de cortarle la cola a los ratones.

El lamarckismo moderno ha dejado de ser una fantasía cargada de supersticiones, para convertirse en un valioso programa de investigación, mientras que el darwinismo va declinando vertiginosamente.

Aquí ofrezco una breve exposición de motivos para denunciar el fraude del darwinismo moderno, y señalar que los críticos del concepto de selección natural siempre han tenido razón para identificarlo como ejemplo de mala ciencia.

Las controversias sobre el darwinismo nos permiten ver como el fanatismo domina tanto en la ciencia como en la religión, y que este fanatismo lleva a negar la realidad que tenemos a la vista.

Los paradigmas en la ciencia se imponen de manera semejante a las revoluciones políticas: la facción rebelde debe derrocar a los que manejan los centros de investigación, para implantar un nuevo modo de investigar la naturaleza. Pero el gobierno debutante puede fracasar, lo que impulsa la necesidad de otra revolución. El darwinismo ha fracasado y se ha convertido en un escandaloso fraude.